La composición como lenguaje

Hay algo en la composición que va más allá de las líneas, los tercios o las reglas. Es el idioma silencioso del fotógrafo, aquel con el que organiza el caos del mundo para decir algo que no podría expresarse con palabras.

Cada encuadre es una decisión, y puede contar una historia sin necesidad de palabras. Cada borde, un límite que define lo que pertenece a la historia y lo que queda fuera. En ese gesto, el fotógrafo escribe su pensamiento. No solo mira: ordena, sugiere, dirige. Da forma a lo invisible.

La composición no trata de simetrías perfectas ni de equilibrios matemáticos. Trata de intención. De cómo una mirada puede guiarse hacia una esquina, de cómo el espacio vacío puede ser tan elocuente como el sujeto.

Componer es construir sentido. Es decir: aquí está lo que quiero que sientas. Porque en fotografía, el lenguaje no se pronuncia; se encuadra. Y cada vez que eliges el lugar desde donde miras, estás contando una historia distinta del mismo mundo.

Quizá la próxima vez que encuadres, no busques equilibrio. Busca significado. ¿Qué estás diciendo tú con tu manera de mirar? Déjamelo en comentarios.

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