Francesca Woodman

Hoy quiero hablarte de Francesca Woodman, una de las fotógrafas más importantes de la historia, pero que cuando se graduó en el primer lugar de su generación en la escuela de diseño, no podía conseguir trabajo en ningún lado. Incluso tuvo que trabajar como mecanógrafa.

Francesca nació en Denver (Colorado, Estados Unidos) en 1958 y creció rodeada de arte. Incluso puedes a ver a Francesca a los 7 años en museo, donde se ponía a ver obras de arte. Y poco a poco empezó a tener un gran ojo para el arte, para las expresiones visuales. Le pasó también algo parecido a Ansel Adams: cuando Francesca tenía 13 años, su padre le regaló una cámara.

De inmediato quedó prendada con este medio y con su cámara. Arriba puedes ver la primera fotografía que hizo Francesca Woodman a los 13 años. Es un autorretrato, y los autorretratos son una de las señas de identidad de Francesca.

Ella hacía fotografías en los 70, en este momento de la posmodernidad fotográfica, donde el arte no solamente tenía que ver con lo más tradicional de lo visual, sino también con las cuestiones de la performance, las actuaciones, los happenings. Por eso algunas imágenes de Francesca, de alguna manera aluden a esas performances.

Hay algunos elementos que se van a repetir mucho en sus imágenes. Uno de ellos es su manera de aparecer y desaparecer, utilizaba mucho los barridos como un recurso expresivo, donde mostraba una parte de la escena con una gran nitidez y ella se movía para captar el movimiento, a modo de sugerencia.

Otra característica muy interesante de Francesca es este aire gótico. Afortunadamente tuvo acceso cuando estudiaba en el Rhode Island Institute of Design, tuvo acceso a una villa que era una casa prácticamente derruida y esto le permitió tener texturas.

El hecho de que no le daban trabajo en ningún lado (pese a llevar su portafolio a muchos fotógrafos y muchas agencias) en parte la deprimió. Por otro lado tuvo desencuentros amorosos y entró definitivamente en una fase de depresión profunda. En una ocasión, Francesca tuvo un día terrible: le robaron la bicicleta, su pareja la dejó y además recibió una carta donde le negaban una beca muy importante para poder apoyar sus proyectos creativos. Todo esto la llevó a que se arrojara desde lo alto de un edificio y se suicidara.

Francesca era una persona increíblemente sensible. Y ahora podemos preguntarnos qué nos pudo haber dejado y qué le faltó por hacer con toda la vida que tuvo por delante y que al final se truncó.

Pero podemos quedarnos con que su trabajo tiene una densidad, un peso, una fuerza que verdaderamente sostiene sola su carrera. No necesita de anécdotas ni de sensacionalismos sobre que se quitó la vida a los 21 años. Otra gran fotógrafa, Diane Arbus, también se suicidó y a nadie parece importarle lo más mínimo. Lo que sucede es que la gente que muere joven (Marilyn Monroe, Jim Morrison, Jimi Hendrix,…) suelen desatar toda una mitología alrededor de ellos. Lo mismo le pasó a Francesca Woodman.

Pero lo verdaderamente importante es valorar a Francesca a través de sus fotografías, a través de su trabajo. Comprender que todos estos temas surrealistas, góticos, la exploración por el cuerpo, ahí estamos viendo las fotografías de una chica que se está viendo a sí misma, que está tratando de entenderse a sí misma a través de la cámara.

Pese a su efímero paso por nuestro mundo, Francesca Woodman nos dejó como legado 10000 negativos y más de 800 impresiones. Espero que este artículo, a modo de homenaje, te haya gustado tanto como a mí.

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