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El contraste como emoción
Todos hemos oído que la fotografía es luz. Pero la verdad es que no es la luz lo que da vida a una imagen… sino el contraste. El contraste es esa tensión entre luz y sombra, entre calma y ruido, entre lo que se muestra y lo que se calla. Y ahí, justo ahí, es donde nace la emoción.
Más que blanco y negro. Cuando pensamos en contraste, lo primero que nos viene a la mente es la diferencia entre zonas claras y oscuras. Pero en fotografía, el contraste va mucho más allá de la técnica. Hay contraste en una mirada frente a una multitud, en un gesto que se pierde en la niebla, .en una ciudad llena de vida y un solo rostro en silencio. El contraste no es solo una cuestión de luz, sino de sentido. Es la manera más directa de decir: esto importa más que lo demás. Josef Koudelka lo entendía a la perfección: sus sombras eran tan densas que parecían tragarse el mundo, y en medio de ellas emergía una figura que contenía toda la historia. Saul Leiter lo hacía con el color: usaba reflejos, cristales empañados y capas que ocultaban tanto como revelaban. En ambos casos, el contraste no era solo visual: era emocional.

© Josef Koudelka
Cuando la emoción dicta la luz. No hay una receta exacta para el contraste. Hay días en los que una escena pide dureza, luz directa, sombras que cortan como navajas. Y otros en los que la emoción necesita suavidad, una luz baja que insinúe más de lo que muestra. La clave está en preguntarte siempre: ¿Qué quiero que el espectador sienta? Si buscas inquietud, juega con sombras profundas, composiciones densas, fondos oscuros. Si quieres transmitir calma, trabaja los grises, las transiciones suaves, los silencios visuales. El contraste no se mide en el histograma, sino en las emociones.

© Charlotte Rosenthal
Te propongo un ejercicio: encuentra tu propia tensión visual Durante una semana, elige un tema —personas, lugares, objetos— y fotografía dos versiones opuestas: • Una con alto contraste (luz dura, sombras fuertes). • Otra con bajo contraste (luz suave, tonos sutiles). Después, obsérvalas en silencio. ¿Cuál te hace sentir más? ¿Cuál se queda más tiempo contigo? Ahí descubrirás qué tipo de contraste vibra con tu mirada. Y cuando el contraste conecta con la emoción, la fotografía deja de ser imagen y se convierte en experiencia.
Y tú, en tus fotos, qué contraste te mueve más: el que se ve o el que se siente? Déjamelo en un comentario.
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